¿Cómo estoy acompañando?

«Autora: Anahí Reyes Yáñez»

Mtra. Mariel Anahí Reyes Yáñez

Acompañante solidaria, Psicóloga y Antropóloga Social.
Hace unos días se inició la búsqueda de Caro, Caro estudiaba en la misma escuela que yo, una compañera de la ENAH. Su desaparición movilizó a compañeras, compañeros, el cuerpo académico, solidarias y solidarios que juntos la buscaron, gritando su nombre, compartieron su ficha y acompañaron a su familia. Lastimosamente no se tuvo el desenlace que tanto se deseaba, lamentamos profundamente su muerte -sigo sin encontrar las palabras que puedan expresar este sentir-.
 
¿Qué es importante saber cuándo acompañamos? Esas preguntas no dejan de darme vueltas en la cabeza. Algo sobresaliente fue ver a muchísimas personas organizarse para hacer algo, buscando asesoría, saliendo de su casa -aun en medio de una pandemia- a pegar fichas de búsqueda, a manifestarse para que las autoridades accionaran, crearon comisiones, movilizaron redes; cada una desde sus lugares y espacios hicieron algo para encontrar a Caro.
 
Durante mi andar con las familias he aprendido que el primer requisito para dar un acompañamiento es tener el deseo de hacerlo, pero un deseo que surja de la empatía, de la necesidad de querer ayudar, de poner nuestras energías a la disposición de las familias. También, he aprendido que a veces no es suficiente sólo tener la convicción de acompañar, es necesario saber cómo hacerlo, requerimos aprender, y sobre todo ser humildes, tener claro que lo más importante al ser acompañantes solidarios es adaptarnos a las necesidades y circunstancias de las familias. No es para buscar protagonismos o enaltecer egos, al contrario, es para unir fuerzas, lograr sinergia .

La única forma de aprender a acompañar a un familiar de una persona desaparecida es poniendo el cuerpo, acompañándole, caminando junto a ellos. No podemos aprender desde un escritorio, leyendo un libro o siguiendo un manual de búsqueda; seria como aprender a nadar leyendo un instructivo, no quiero decir que no sea útil capacitarnos, es necesario, nos sirve, pero considero que es indispensable estar presentes. Toda perspectiva o conocimiento que tengamos cambia cuando buscamos con ellos, al ir a una fiscalía a poner una denuncia, al escuchar a una mamá que está desesperada porque no sabe dónde está su hijo o hija, a la hora de llamar al 911 o Locatel para hacer el reporte de una persona desaparecida, al enfrentarnos con la burocracia y la revictimización, al toparnos con la insensibilidad de parte de las autoridades y muchas veces de la sociedad, cuando nos damos cuenta que todos los días desaparecen personas y hay miles de familias que los buscan y buscan y buscan y se organizan, planean acciones, forman colectivos con el único objetivo de seguir buscando y el deseo de encontrar a su ser querido, de encontrar a cualquier desaparecido y poder regresarle un poco de certeza a una familia doliente.

Los familiares de personas desaparecidas son tan fuertes y tienen tanto que enseñarnos, que ningún seminario, clase o posgrado nos puede dar. Considero que nuestro deber con ellos es poner nuestros conocimientos y saberes a su disposición, no para enseñarles sino para contribuir en sus procesos, nuestro trabajo no es tomar su voz, ni decirles que hacer; como acompañantes solidarios damos opciones y ellos deciden como quieren actuar, necesitamos ser respetuosos y esforzarnos por entender sus procesos y estar ahí para ellos.
Lo que escribo el día de hoy lo he aprendido de familias, que sin un reparo han compartido su conocimiento, en pláticas, búsquedas, capacitaciones, cursos, conferencias, presentaciones; donde nos enseñan cómo acompañar, que es un acompañante solidario, o un acompañante emocional. Esta reflexión surge de mi necesidad, de poner en palabras todo el abanico de emociones que emergen cuando no encontramos a Caro, cuando no encontramos a los que buscamos, cuando no encontramos a todos los que nos hacen falta, y también del deseo de apelar a todas las personas que afortunadamente no tienen un familiar desaparecido pero que pueden empatizar con esta causa-emergencia, invitarles a capacitarse, escuchar, aprender de las familias y acompañarnos.

En memoria de Carolina Estefanía Martínez Zea.

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