Licenciada en sociología y acompañante solidaria en Uniendo Cristales.
Esta mañana te vi, escuché tu voz, platicamos un rato, tomaste tus cosas y dijiste adiós.
Con normalidad el día transcurrió, miré el reloj, tu plato en la mesa estaba servido pero tú no estabas…
El sol se ocultó, la noche vino.
Me pregunté: ¿Dónde andabas?
Te esperé, te llamé, salí a buscarte.
A la autoridad reporté, y me dijeron que habías huido, que tal vez por capricho.
Tu nombre ahora en la lista de desaparecidos.
«¡Regrese mañana! ¡Espere en casa!…
A ver que pasa…»
Tengo miedo, siento angustia.
Mil cosas pasan por mi mente.
Amanece y para mi no hay luz, sino penuria.
Nadie responde mis preguntas, porque nadie vio nada, nadie sabe nada, nadie…
¿Por qué no te besé aquél día? ¿Por qué no te detuve? ¿Por qué no te dije? Porque te apartaron de mi, y contigo mi vida se fue.
El deseo de encontrarte, de volverte a ver, eso me mantiene.
Y si nadie te busca, ¡Te busco yo!.
Y si nadie reclama, ¡reclamo yo!.
Y si nadie habla, ¡grito yo!.
Hasta que esto pare, hasta que se detenga, hasta que no haya más desaparecidos.
Hasta estar de nuevo contigo
Desde 2014 orientamos nuestra atención a familiares de personas desaparecidas, víctimas de violaciones graves a sus Derechos Humanos.